domingo, 30 de junio de 2013

EL VERANO FELIZ DE LA SEÑORA FORBES


Autor: Gabriel García Márquez.
Cuenta la vida de dos niños, hijos de un escritor y una maestra, quienes quedaron bajo la protección y educación de la señora Forbes, mientras los  padres navegaban en un crucero cultural de cinco semanas por las islas del Mar Egeo.

La señora Forbes, de origen alemán, vino a darles clase de buen comportamiento de la sociedad europea, se mostró tan estricta y falta de ternura que produjo alteraciones emocionales profundas en el comportamiento de los niños, hasta tal punto de convertirlos en futuros  criminales.
Cambió  las costumbres felices de aquellos niños: “las seis horas de mar, que desde el principio del verano habían sido un continuo ejercicio de imaginación, se convirtieron en una sola hora igual muchas veces repetidas. Cuando estábamos con nuestros padres disponíamos de todo el tiempo para nadar con Oreste, asombrados del arte y la audacia con que se enfrentaba a los pulpos en su propio ámbito turbio de tinta y de sangre sin más armas que sus cuchillos de peleas”. Influyó tanto el régimen de la señora Forbes hacia los niños, que ellos cansados por tanto maltrato decidieron asesinarla con un vino venenoso, hallado, en un ánfora griega, en una de esas alegres y emocionantes salidas al mar con su padre.
En la pesquisa de como asesinarla, avizoraron que la vida de la señora Forbes no era tan perfecta como ella pretendía orientar.  Ellos descubrieron que por las noches ella se embriagaba con el vino fino que su padre guardaba para las ocasiones especiales, veía película para adulto,  bebía y gritaba desaforadamente en sus actos ocultos de sus deseos reprimidos, vertidos como alivio de su doble vida moral.
En la última noche de frenesí vivida, tomó el vino prohibido y la hallaron  “tirada de medio lado en el suelo, desnuda en un charco de sangre seca que había teñido por completo el piso de la habitación, y tenía el cuerpo cribado a puñaladas. Eran veintisietes heridas de muerte, y por la cantidad y la sevicia  se notaba que había sido asestada con la furia de un amor sin sosiego, y la señora Forbes los había recibido con la misma pasión, sin gritar siquiera, sin llorar, recitando a Schiller con su hermosa voz de soldado, consciente de que era el precio inexorable de su verano feliz. 
Los niños creyeron por unos instantes ser los causantes de tan macabro acto, pero al apreciar la escena concluyeron que eran y seguían  siendo tan inocentes. Sólo el destino los liberó de una mujer tan estricta; pero tan normal como todas con sus defectos y cualidades.

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