El
cuento El Rastro de tu Sangre en la Nieve,
del escritor Gabriel García Márquez,
narra la aventura de dos adolescentes que se conocieron en circunstancias raras
como la de intentar violar a una desconocida, después resultando enamorados por
la vivacidad de la víctima que al ver la grandeza de aquel miembro viril no se
acongojó y mucho menos se asustó, sino
que afrontó con la gallardía y expresó a su atacante: “los he visto más grande y más
firmes, de modo que piensa bien lo que vas hacer, porque conmigo te tienes que
comportar mejor que un negro”, al verla con tanta seguridad, aquel hombre se
estremeció de pies a cabeza e hizo romper su mano contra la pared y así
desvanecer el ímpetu desordenado de sus perversiones, y luego entrar por la
amabilidad de la víctima, quien lo condujo a un hospital para curar su mano.
Desde ese momento entablaron una amistad y sintieron haberse conocido desde
antes, cuando aún eran muy niños, se recordaron compartiendo escuelas y
piñatas, y “al final aprendieron juntos hacer el amor de buena manera” “habían
progresado tanto en el amor que ya no le alcanzaba el mundo para otra cosa, y lo hacían en
cualquiera hora y en cualquiera parte, tratando de inventarlo otra vez
cada vez que lo hacían”
“amores furtivos” los hicieron en todas partes hasta en el retrete del
avión cuando iban hacia su luna de miel.